LENGUA CASTELLANA Y LITERATURA

domingo, marzo 18, 2007

ANTOLOGÍA

ENRIQUE GARCÍA-MÁIQUEZ

CANCIÓN DE MARZO

Ya acabé los exámenes. Febrero
Se me ha ahogado asfixiado en sus agobios.
Ya se abrieron cien puertas de cenobios
Y ventanas de asombro verdadero.

Ya mi reloj perdió su minutero
Y ahora lo admiro en paz y sin oprobios.
Llegó la primavera. Ya los novios
Habrán reconquistado aquel sendero.

Ya se afiló la luz en luz y clava
En las cosas su añil. La noche duerme
Detrás del sol, mi estrella preferida.

Ya está todo en su sitio. Yo faltaba
Pero aquí estoy, dispuesto a no perderme
este perfume que llamamos vida.


Estamos ante una estrofa de catorce versos y todos ellos están formados por once sílabas, por eso son de arte mayor. Tiene rima asonante y su estructura es la de un soneto: ABBA ABBA CDE CDE. El tema de la obra es claramente el final del duro invierno y la llegada de la alegre primavera.

POEMAS MODERNISTAS

Rubén Darío es un autor del Modernismo que emplea el erotismo como uno de sus principales temas. He seleccionado a otro de los grandes autores de esta época que es Antonio Machado, para exponer una obra de cada uno que guardan relación en el tema ya dicho; aunque el segundo autor nombrado solo haya trabajado este tema en la época en la que estaba enamorado de Pilar de Valderrama.
RUBÉN DARÍO
Mía
Mía: así te llamas.
¿Qué más harmonía?
Mía: luz del día;
mía: rosas, llamas.
¡Qué aroma derramas
en el alma mía
si sé que me amas!
¡Oh Mía! ¡Oh Mía!
Tu sexo fundiste
con mi sexo fuerte,
fundiendo dos bronces.
Yo triste, tú triste...
¿No has de ser entonces
mía hasta la muerte?
ANTONIO MACHADO
Otras canciones a Guiomar
I
¡Sólo tu figura,
como una centella blanca,
en mi noche oscura!
¡Y en la tersa arena,
cerca de la mar,
tu carne rosa y morena,
súbitamente, Guiomar!
En el gris del muro,
cárcel y aposento,
y en un paisaje futuro
con sólo tu voz y el viento;
en el nácar frío
de tu zarcillo en mi boca,
Guiomar, y en el calofrío
de una amanecida loca;
asomada al malecón
que bate la mar de un sueño,
y bajo el arco del ceño
de mi vigilia, a traición,
¡siempre tú!
Guiomar, Guiomar,
mírame en ti castigado:
reo de haberte creado,
ya no te puedo olvidar.